HISTORIA PARROQUIA LA MERCED XELA
La devoción a San Cristóbal, patrono de los pilotos automovilistas, fue el punto de partida de esta historia. Inicialmente, la Sociedad de Pilotos Automovilistas celebraba su festividad en distintos templos como San Nicolás o la Catedral, pero con el tiempo se hizo evidente la necesidad de una sede fija.
Fue así como los señores Adán Soto Manrique y Carlos Humberto Lima donaron el terreno donde hoy se encuentra el templo y la casa parroquial. La construcción del templo estuvo a cargo del señor Juan Sop, según consta en registros del 20 de agosto de 1961.
En agosto de 1969, los Padres Mercedarios llegaron a Quetzaltenango y comenzaron a brindar atención espiritual como capellanes en la Granja de Rehabilitación Cantel. Paralelamente, oficiaban en una capilla aún conocida simplemente como el «Templo de San Cristóbal».
Uno de los momentos clave en el desarrollo del templo fue la llegada del Padre Amadeo Basols, proveniente de España, quien ofreció sus primeras ofrendas como sacerdote para impulsar la edificación de la iglesia. En ese entonces, la participación laical era limitada, pero se empezaron a celebrar misas en las áreas verdes de la Colonia Molina con el fin de motivar a la comunidad a una fe más activa.
El primer sacerdote en impulsar una vivencia más dinámica de la fe fue el Padre Ángel Tello Lecina. Posteriormente, el Padre José Zaporta trabajó en estrecha relación con los sectores de La Ciénega y Colonia Molina, reforzando el compromiso católico. Le siguieron otros sacerdotes mercedarios como José Navarro, Juan Miedes y Pedro Serrano, cuya labor pastoral continuó hasta 1985.
Con la salida de los Mercedarios, la parroquia fue confiada al primer sacerdote diocesano, el Padre Jorge Alberto de los Ángeles del Cid. En 1991 asumió el Padre Alfonso Darío de León Camacho, quien dinamizó la vida parroquial convocando a toda la comunidad para formar un grupo apostólico y estudiar el Plan Pastoral Diocesano. Como resultado, el 29 de marzo de 1992 se conformó el Consejo Pastoral, integrado por coordinadores de equipos, comunidades y hermandades, el cual sigue vigente hasta la fecha.
Desde entonces, la evangelización ha continuado bajo el liderazgo de varios sacerdotes, entre ellos: Carlos Ibáñez, Monseñor Ramón Estrada Silverio (Q.E.P.D.), Monseñor Rodolfo Antonio Colominas Arango (Q.E.P.D) Pluvio Gilberto Cifuentes Robles, Obispo Auxiliar Juan Manuel Cua Ajucum, y actualmente el Padre Marco Tulio Chaj Hernandez y el Vicario Juan Miguel Pérez Alonso.

La Imagen de la Virgen de la Merced
Aunque los orígenes de esta imagen son inciertos —pues no se ha encontrado documentación sobre su fecha de elaboración, el autor o el momento en que llegó a la parroquia—, se tiene certeza de que fue traída por los padres mercedarios. La imagen presenta características singulares: sostiene al Niño Jesús en su brazo izquierdo y un cetro en la mano derecha, símbolo de su realeza, complementado por una corona. Luce vestiduras talladas en color blanco con detalles dorados, porta calzado (algo poco común entre las representaciones marianas) y exhibe en su pecho el escudo de la Orden de mercedaria. En la misma parroquia existe otra imagen de Nuestra Señora de la Merced, de menor tamaño, que durante muchos años permaneció en la sacristía, sobre el ropero de ornamentos sacerdotales. En 2011, gracias a la autorización del entonces párroco Monseñor Rodolfo Colominas (Q.E.P.D), fue trasladada al Salón Azul. Se presume que esta talla no es una réplica, sino la primera imagen que tuvo el templo siendo posteriormente reemplazada por la imagen que hoy se encuentra en el presbiterio. Sin embargo, esta afirmación no ha podido ser corroborada con documentos oficiales.
Una de las obras que se atribuyen a los padres mercedarios en la región es la construcción de la Capilla de la Granja Modelo de Rehabilitación Cantel. En ella se encuentra otra imagen de la Virgen de la Merced, notablemente similar a la de la parroquia, aunque de menor tamaño. A pesar del deterioro por el paso del tiempo, su semejanza sugiere que ambas fueron esculpidas por el mismo artista, lo cual constituye un hecho notable. Aunque la presencia mercedaria en la ciudad pertenece ya al pasado, La imagen de la Virgen de la Merced, por tanto, no solo representa una devoción ancestral, sino también la huella viva del carisma que Dios infundió en esta orden para manifestar su Reino entre nosotros.
